Las hemorragias disfuncionales son una de las alteraciones ginecológicas más frecuentes en edad reproductiva, siendo una de las causas principales de consulta en las visitas al ginecólogo. A continuación, se resolverá cuándo se puede afirmar la existencia de hemorragias disfuncionales, sus causas u orígenes así como los posibles tratamientos.
¿Qué son las hemorragias disfuncionales?
Este tipo de afección provoca un sangrado vaginal anormal. Las mujeres que tienen una menstruación normal, tienen un sangrado uterino que ocurre entre cada 25 y 35 días y no es excesivo. La duración normal del sangrado varía entre 2 y 7 días. Sin embargo, las hemorragias disfuncionales ocurren cuando la frecuencia o la cantidad del sangrado distan de lo mencionado. Por tanto, ocurren cuando el sangrado es más duradero que el usual y se presenta en un tiempo irregular.
¿Cuándo estamos ante un sangrado uterino anormal?
Existen diferentes formas y situaciones en las que puede aparecer una hemorragia disfuncional. Pueden presentarse como manchas o sangrados entre períodos, también después de haber mantenido relaciones sexuales o tras la menopausia. Generalmente ocurre cuando el sangrado se alarga más días de lo normal o es más abundante.
Este tipo de hemorragia no se presenta durante el embarazo, de forma que el sangrado se debe a otras causas. Por este motivo, en caso de estar embarazada y tener un sangrado, es imprescindible acudir a un médico de forma urgente.
Tipos de hemorragias disfuncionales
En función de las características que presente el sangrado, estaremos antes los siguientes tipos:
– Polimenorrea: se produce con mayor frecuencia (menos de 21 días entre periodos).
– Metrorragia: se produce con frecuencia y de forma irregular entre los periodos.
– Menorragia: implica más pérdida de sangre (más de 90 ml de sangre o periodos que duran más de 7 días), pero a intervalos regulares.
– Menometrorragia: implica más pérdida de sangre y se produce de forma frecuente e irregular entre las menstruaciones.
¿Cuáles son las causas?
El origen de las hemorragias disfuncionales se encuentra principalmente en una alteración en los niveles hormonales que provocan que el período se retrase o adelante, o que el sangrado sea más abundante que lo habitual. Pero también puede deberse a otras causas, entre las que se pueden destacar las siguientes:
– Síndrome del ovario poliquístico.
– Pólipos uterinos.
– Adenomiosis (engrosamiento de las paredes del útero).
– Problemas con la coagulación.
– Cáncer de ovarios, del útero, del cuello uterino o de la vagina.
– Alteraciones importantes de peso (tango ganancia como pérdida).
– Infección del útero o el cuello uterino.
– Hipertiroidismo, hipotiroidismo o glándula suprarrenal poco activa.
– Diabetes o una enfermedad renal o hepática a largo plazo.
Diagnóstico de las hemorragias disfuncionales
Dependiendo de la edad, los antecedentes médicos y de la información recabada por el especialista, se pueden plantear las siguientes pruebas:
– Analítica de sangre: para detectar la causa y los problemas que origina, como la anemia.
– Examen pélvico.
– Histeroscopia: supone la introducción de un tubo pequeño con una cámara en la punta que permite examinar en el endometrio por dentro del útero.
– Biopsia: se extrae una muestra del tejido del endometrio para ser analizada por el laboratorio.
– Ecografía para examinar las imágenes del útero, ovarios, trompas de Falopio y la vagina.
– Prueba de Papanicolaou: se extrae una muestra del tejido del cuello uterino (se utiliza para detectar el cáncer cervical de las mujeres).
¿Cómo se trata la hemorragia uterina?
Se recomienda realizar un tratamiento individualizado atendido a la causa específica que esté provocando el sangrado anormal. También la edad de la mujer y el deseo de tener hijos son aspectos muy relevantes que se han de tener en cuenta a la hora de establecer el tratamiento.
El sangrado puede controlarse con medicamentos, que no necesariamente tiene que ser hormonales. En el caso de aquellas mujeres que quieran quedarse embarazadas o evitar los efectos secundarios que pudieran derivar de una terapia hormonal, se pueden aplicar medicamentos antiinflamatorias no esteroideos (AINE) y ácido tranexámico. En otros casos, se puede indicar un tratamiento hormonal.
Cuando los fármacos fracasen, se puede plantear algún procedimiento como la ablación endometrial, es decir, la exéresis (extirpación) de la mayor parte del tejido endometrial, lo cual permitiría una disminución en la cuantía del sangrado. Se realiza por vía histeroscópica bajo anestesia general. En este supuesto y antes de llevar a cabo este procedimiento, es necesario excluir lesiones serias de endometrio, fundamentalmente cáncer de endometrio.
En los supuestos en que sean enfermedades crónicas las que estén provocando las hemorragias disfuncionales, habrá que tratar directamente la enfermedad, con el mejor enfoque para evitar que se produzca el anormal sangrado.
Si las hemorragias se deben a alguna anomalía estructural del útero o del endometrio, se deberá resolver de forma específica, generalmente a través de una intervención quirúrgica, como puede ser el caso de la extirpación de miomas o pólipos presentes en el útero. Cuando la extirpación se refiere sólo al mioma, ya que éste es el causante del anormal sangrado, se practicará una miiomectomía. En los casos más graves, se puede plantear una exérseis del útero (histerectomía).