Hay una gran variedad de trastornos de la zona genital femenina que puede resolverse, hoy en día, sin necesidad de acudir a la cirugía ginecológica. Nos referimos a afecciones como distensión del suelo pélvico, disminución de la firmeza de las paredes de la vagina, prolapsos, incontinencia urinaria, cicatrices en la zona genital, molestias y dolores en las relaciones sexuales, etc.
Muchas de estas alteraciones vienen dadas en la mujer por el avance de la edad, con la correspondiente disminución de estrógenos, especialmente tras la menopausia, que da lugar a una paulatina desaparición de la mucosa vaginal y de la vulva, en lo que se conoce como síndrome genitourinario.
Estos problemas encuentran una opción para alcanzar una solución muy eficaz, sin necesidad de una intervención de cirugía ginecológica, con nuestro láser de CO2, que tiene, como hemos adelantado, incidencia en cuanto a la solución de problemas como la sequedad vaginal, con mujeres que sufren, en ocasiones, graves molestias (escozor, picor, dolor en el coito…); pérdida de orina por esfuerzo, al realizar cualquier gesto que suponga un esfuerzo (reir, toser, hacer deporte…); problemas como prolapsos, desgarros, hiperlaxitudes vaginales, etc; lesiones provocadas por el virus del papiloma; otras actuaciones de carácter estético.
Con el uso del láser, se pretende la regeneración de tejidos de la vagina y de la vulva, sin tener que recurrir a cirugía ginecológica, mediante la estimulación de la producción de ácido hialurónico y colágeno, logrando resultados muy satisfactorios con un grado de molestia mínimo para la paciente.
La fecundación in vitro, fertilización in vitro o FIV, se diferencia de la inseminación artificial en que la fecundación del ovocito se produce fuera del cuerpo de la mujer, mediante fecundación convencional en laboratorio o mediante la microinyección de un espermatozoide, para posteriormente introducir el óvulo fecundado en el útero para su desarrollo. Se trata de una técnica que ofrece varias posibilidades y facilidades en nuestra clínica de reproducción asistida en Granada.
Entrando en más detalle sobre este proceso que desarrollamos en el área de reproducción asistida en Granada de Clínica Pedrosa, se trata, como acabamos de decir, de una técnica que se caracteriza por la unión entre óvulo y espermatozoide de manera artificial, mediante la extracción del óvulo del cuerpo de la mujer y provocando su fecundación en laboratorio, ya sea mediante la FIV convencional o mediante una microinyección espermática. En ambos casos, el esperma utilizado será, normalmente, el de la pareja de la mujer y el óvulo, el de ella misma. No obstante, cabe la opción de que el semen y el óvulo, o uno u otro, tengan su origen en un donante anónimo.
En la FIV, a diferencia de lo que ocurre con la técnica de inseminación artificial, necesitaremos una pluralidad de óvulos para producir también varios embriones. Con los embriones obtenidos, podremos incrementar la probabilidad de que alguno de ellos logre asentarse y dar lugar al embarazo, una vez insertado en el interior de la mujer. Para obtener varios óvulos, se estimulará la producción de ovocitos en la mujer mediante un tratamiento a base de inyecciones a lo largo de entre diez y veinte días. Este tratamiento podrá administrarse en nuestra propia clínica de reproducción asistida en Granada.
A continuación, se produce la extracción de óvulos mediante una intervención consistente en una punción folicular, de unos quince minutos de duración y bajo sedación. Tras ello, ya podremos iniciar la fecundación de los óvulos por alguna de las dos opciones mencionadas anteriormente: la convencional, situando en laboratorio al óvulo entre el esperma y aguardando que algún espermatozoide logre fertilizarlo; o mediante la inyección intracitoplasmática de espermatozoide, introduciendo directamente uno en el óvulo mediante su punción.
Tras ello, se realiza en la clínica de reproducción asistida en Granada un seguimiento de la evolución de los embriones así obtenidos, procediendo a insertar en el útero de la mujer los que muestren un mejor desarrollo, mediante una intervención sencilla e inocua.
En prevención de que ninguno de los embriones consiga asentarse en el interior de la mujer, se vitrifican los demás embriones para nuevos intentos. Asimismo, aunque el embarazo fructifique, la congelación de óvulos fecundados podrá servir también provocar nuevos embarazos en el futuro.
Las ecografías son pruebas médicas que utilizan la tecnología de ultrasonidos para, mediante el llamado transductor, emitir los mismos en la zona del cuerpo que queremos explorar y, con el eco recibido, generar imágenes interpretadas por el ecógrafo, con gran detalle. En el ámbito de la ginecología y salud de la mujer también son de gran utilidad estas técnicas, recomendándose el empleo de la ecografía ginecológica de alta resolución (3D y 4D) en determinados casos ¿Quieres conocer cuáles?
Como sabemos, en las ecografías se usan ultrasonidos, imperceptibles para el oído humano, emitidos por un artilugio unido al ecógrafo llamado transductor sobre la zona a analizar. El sonido rebotado sobre la superficie del interior de esa zona, es interpretado por el ecógrafo generando una imagen de dicho interior con gran precisión, incluido el de fluidos corporales.
Cuando la ecografía se realiza en el ámbito de la ginecología y salud de la mujer, se denomina ecografía ginecológica y se realiza con el objeto de detectar todo tipo de procesos y enfermedades relacionados con esta área médica: embarazos, quistes, cánceres, infecciones genitales, etc, pudiendo realizarse también, para la obtención de mayor precisión en las imágenes, como ecografía transvaginal.
Asimismo, la ecografía tiene gran utilidad a la hora de servir de medio para la realización de otras pruebas como biopsias o amniocentesis, facilitando la delimitación precisa del lugar en el que se han de realizar éstas.
Normalmente, las ecografías se llevan a cabo de manera convencional, en 2D, sin embargo, existen casos en los que es recomendable emplear las nuevas y vanguardistas tecnologías para realizar una ecografía ginecológica de alta resolución (3D y 4D). Estos casos se dan cuando, en la ecografía convencional previa, se han detectado ciertas anormalidades como indicios de alguna enfermedad o malformación en el útero, quistes o tumores en los ovarios, alguna anomalía en el feto, etc.
Por consiguiente, como vemos, tampoco en ginecología y salud de la mujer la ecografía en 3D o 4D sustituye totalmente a la ecografía en 2D, sino que se complementan mutuamente para lograr mejorar la observación y diagnóstico consecuente.
El estudio del cáncer ginecológico ha experimentado una fuerte evolución en cuanto al estudio del diagnóstico y tratamiento, así como de las técnicas quirúrgicas. En general, podemos decir que el elemento fundamental a la hora de considerar las claves para la curación de este tipo de patologías, sigue siendo la precocidad en la detección. Con ello, no solamente se aumenta, como decimos, el índice de éxito en la erradicación de la enfermedad, sino que obtenemos otros beneficios como la posibilidad de administrar tratamientos más suaves y reducir, con ello, los efectos perniciosos sobre la paciente de terapias agresivas.
La importancia de la localización a tiempo del cáncer en el ámbito de la oncología ginecológica, ha otorgado una relevancia crucial al hábito de realizar revisiones periódicas con pruebas como ecografías, mamografías o resonancias, que se han convertido en prácticas recomendadas por cualquier clínica de salud y, por supuesto, en Clínica Pedrosa, donde ponemos especial énfasis en comprobar cualquier indicio que pueda sugerir la presencia del cáncer de mama.
Ya sabemos que el cáncer de mama es la patología cancerígena estrella de la oncología ginecológica debido a su extendida incidencia sobre la población femenina, siendo el más frecuente de entre todos los tipos de cáncer que afectan a la mujer. La respuesta de esta patología al tratamiento es muy satisfactoria, siempre que se haya diagnosticado precozmente para lo cual, una vez más, se vuelven imprescindibles las revisiones médicas para la práctica de mamografías y ecografías mamarias.
Si se revelara necesaria la intervención quirúrgica, es importante que cuentes con profesionales preparados y experimentados para lograr resultados satisfactorios desde el punto de vista de la salud y, por supuesto en un segundo plano, pero sin olvidar su importancia, de la estética.
Cuando el virus del papiloma humano, o VPH, infecta las zonas anogenitales, donde tiene incidencia, en la mayoría de los casos ni siquiera presenta síntomas. Sin embargo, al perdurar la infección puede dar lugar a uno de los tipos de cáncer más comunes en la población femenina mundial, como es el cáncer de útero. Efectivamente, la práctica totalidad de los casos de cáncer de útero están causados o relacionados de algún modo con la infección por el virus del papiloma humano, lo que hace necesaria la adopción de cuantas medidas sean posibles para su prevención y curación.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, tomando como referencia el año 2012, se diagnosticaron en el mundo 528.000 supuestos de cáncer de útero, provocando la muerte de aproximadamente 266.000 mujeres. Se revela, por tanto, como urgente, tomar medidas contra la propagación del virus del papiloma humano, que se transmite por contacto sexual, infectando tanto a hombres como a mujeres. Además del cáncer de útero, este virus puede provocar otras clases de cáncer en la zona genital, así como verrugas en ambos sexos.
Para combatir al virus del papiloma humano, la prevención se configura como el recurso más efectivo. Para ello, se dispone en la actualidad de una vacuna bivalente y otra tetravalente, habiéndose acreditado la eficacia de ambas a la hora de evitar que se produzca la infección del VPH. No solamente se consigue reducir, así, el índice de casos de cáncer de útero, sino también los otros tipos de cáncer a que puede dar lugar el virus del papiloma humano. En concreto, la vacuna tetravalente también previene contra el desarrollo de las verrugas genitales y, tanto ésta como la bivalente, se consideran plenamente inocuas para la salud.
Se estima que la edad adecuada para administrar la vacuna contra el virus del papiloma humano es en la adolescencia, entre los 9 y los 14 años, en varias dosis siguiendo un calendario que depende de la edad de la persona.